Vivir en el extranjero a través de un programa de intercambio escolar es sin duda una gran oportunidad. Atreverse a aprender un nuevo idioma y estudiar en un contexto diferente al acostumbrado marca una diferencia positiva en la vida de un estudiante.

La mayoría de las personas que han vivido este tipo de experiencias coinciden en que los principales beneficios que se obtienen están en otro nivel. Es decir, el desarrollo de habilidades cuya utilidad es transversal a lo largo de la vida.

Estas son algunas de las principales habilidades que los estudiantes desarrollan al irse de intercambio:

1. Autoconocimiento

Participar en un programa de intercambio escolar y vivir en el extranjero significa encontrarse de un día para otro en un escenario completamente diferente.

Estar lejos de la familia y amigos, y tener que interactuar con personas desconocidas y en un idioma diferente, es una instancia privilegiada para explorar cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, y utilizarlas a nuestro favor para crecer y superar cualquier obstáculo que se presente.

2. Pensamiento creativo

Al vivir en otro país y tener que interactuar en un contexto ajeno, aplicar el pensamiento creativo a la solución de problemas suele ser la única alternativa.

Pensar “fuera de la caja” implica ver las cosas desde una perspectiva que antes no teníamos en consideración y buscar soluciones creativas e ingeniosas por medio del uso de nuevas herramientas.

Todo lo que en otro contexto parecería un problema o una limitación, al pensar de forma creativa se convierte en una ventaja a nuestro favor.

3. Pensamiento crítico

El pensamiento creativo va de la mano con el pensamiento crítico. Este último se relaciona con nuestra capacidad de analizar la información disponible de manera objetiva, discernir lo que sirve de lo que no y obtener conclusiones útiles que nos ayuden a tomar decisiones o solucionar problemas.

Además, la experiencia de aprendizaje intercultural que se vive a través de un programa de intercambio escolar nos permite, en cierta forma, reevaluar todo nuestro conjunto de creencias sobre cómo son las cosas y analizar nuestros conocimientos desde un punto de vista diferente, más amplio y crítico.

4. Motivación y confianza

La mejor manera de aumentar la confianza en uno mismo y motivarse es fijarse metas y cumplirlas. Darnos cuenta de nuestra capacidad de afrontar nuevos desafíos y salir adelante es lo que se conoce como auto-eficacia y es una gran fuente de autoestima.

Cuando vivimos en el extranjero los desafíos se transforman en un elemento cotidiano, desde ir a la farmacia hasta hablar con un profesor en un idioma que no es el nuestro. Es por ello, que participar en un programa de intercambio es una gran forma de motivarse y ganar confianza.

5. Desarrollo de metas personales

Desde la elección del programa hasta volver a casa, irse de intercambio significa atravesar una serie de etapas muchas veces tediosas o difíciles, pero que a la larga terminan siendo una experiencia inolvidable y enriquecedora.

Una de las cosas más importantes que se ganan en una experiencia de intercambio es la capacidad de replicar lo vivido, tener una actitud optimista frente a los desafíos y el impulso necesario para proyectar nuevas metas a futuro.

Optar por vivir en el extranjero gracias a un programa de intercambio es una oportunidad única de crecimiento personal. La independencia que se vive en una experiencia de este tipo ayuda a tener una visión de la vida propia y desarrollar habilidades interpersonales, sociales, comunicativas y cognitivas indispensables para tener éxito en la vida.