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Irse de intercambio es viajar a ojos cerrados, llegar a un lugar que no conoces para enriquecerte de todo lo que aprendes. Haber ido a Australia cambió mi vida para siempre; si bien al principio tenía muchas expectativas, me di cuenta que no es bueno tenerlas ya que cuando estés en dicho lugar sabrás cómo es todo. Aún recuerdo mi primer día: aeropuertos gigantes, personas de diferentes rasgos, otros idiomas. Este tipo de viaje sin duda te hace una persona independiente y que aprende a enfrentar situaciones particulares. El shock cultural pasa en todas partes, y tal como te lo enseñan en AFS antes de partir: hay que saber aceptarlo; “No es malo ni bueno, es diferente.

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En Australia, las personas son muy amigables y por lo tanto amables, respetan mucho el medio ambiente y su entorno. Si bien el shock cultural no fue algo que me impactó tanto, sí pude notar las diferencias en su forma de saludar, algunas comidas y también el comportamiento de las personas.

Mi familia anfitriona consistía en una mamá y un papá un tanto mayores, ya que sus tres hijos eran grandes y vivían cada uno por su cuenta. Al principio fue difícil para mí, pues no estaba acostumbrada a vivir con personas tan mayores y sin hermanos. Pero pronto llegaría una estudiante de intercambio desde Alemania para vivir junto conmigo y mi familia. Tener una “hermana” o amiga que vive la misma situación que tú es de gran ayuda, ya que te puedes apoyar en ella cuando echas de menos a tu familia en casa, pero también para compartir la alegría y buenas experiencias del intercambio.

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Ir al colegio en otro país es sin duda la cosa más divertida y estresante del mundo (no en un mal sentido) pero lo mejor es hacer nuevos amigos, tener tu grupo, compartir clases diferentes. Creo que lo mejor fue tener ramos diferentes a los que tenía en Chile, pues existen una variedad de ramos en Australia que no eran necesariamente teóricos sino prácticos. Sin embargo, ir al colegio es una presión ya que debes hacer lo que más puedas; cumplir con las tareas, trabajos y exámenes. Al principio me costó, porque aunque manejaba harto el inglés, nunca había hecho ensayos, reportes y cosas por el estilo. Esto me ayudó mucho pues aprendí demasiado y mientras más haces, más te gusta y quieres alcanzar buenas notas porque igual quería sobresalir, aunque en mi caso, las notas no me valían en Chile.
También aprendí que uno tiene que acercarse a las personas y perder toda vergüenza, ellos no se acercaran a tí porque eres el nuevo estudiante de intercambio, y al final esa es la idea; hacer buenos amigos creando lazos que perdurarán por un largo tiempo.

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Aparte de ir al colegio, también tienes la oportunidad de hacer otras cosas; por ejemplo yo acompañaba a mi mamá anfitriona a un coro de mujeres, donde practicaban para competencias y poco a poco me dieron un espacio para cantar con ellas y creo que eso fue algo muy nuevo para mí porque siempre pensé que cantaba horrible. Sin duda, tuve una gran experiencia haciendo eso. También, salir a descubrir nuevos paisajes, ciudades y naturaleza es lo que más te llena de vida. Para mí lo mejor era estar en contacto con la naturaleza; escuchar las aves, encontrarme con un canguro, que por muy extraño que suene, pasa. Ir al zoológico y a parques, donde puedes alimentar a los animales y disfrutar lo que estás haciendo.

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Finalmente, quisiera decir que para irse de intercambio hay que tener las ganas de empezar algo nuevo, tener tolerancia y disfrutar! Esto se vive una sola vez y hay que aprovecharlo al máximo. Irse de intercambio te llena de vida y de experiencias nuevas que jamás vas a olvidar. Tienes la oportunidad de hacer amigos de diferentes países en los campamentos, que sin duda, hacen de tu experiencia la mejor parte.
Con este viaje me di cuenta que hay otro mundo allá fuera, muy diferente de todo lo que conocemos y que aún falta por conocer mucho más de él. Atrévete, y no lo pienses dos veces.